Las flores se abren cuando es tiempo de nacer y se marchitan cuando es tiempo de morir. Si tratáramos de liberarnos de los detalles inútiles que nos invaden, si borráramos la personalidad exterior impuesta por un sistema equivocado, tal vez encontraríamos nuestra naturaleza original. Seríamos como un pozo al que se le limpia y destapa para que otra vez vuelva a brotar en él, agua cristalina.
