Si somos infelices, únicamente quiere decir que hemos estado sembrando infelicidad.
No hay nadie más que te cree la infelicidad.
Por supuesto, hay un lapso de tiempo entre que siembras y que recoges, y debido a ese lapso pensamos que otra persona es la responsable.
Asume toda la responsabilidad de tu vida.
Al principio cuesta aceptar, «soy la causa de mi propio infierno», pero solo al principio.
Pronto comienzan a abrirse puertas de transformación porque si soy el responsable de mi infierno, también podré crear mi cielo. Si me he creado a mí mismo tanta angustia, también me podré crear el mismo éxtasis.
La responsabilidad produce libertad y la responsabilidad conlleva creatividad.
En el momento en que ves que todo lo que eres es creación tuya te liberas de todas las causas y circunstancias exteriores. Ahora depende de ti: puedes cantar una canción maravillosa, puedes bailar una danza maravillosa, puedes vivir una vida de celebración, tu vida puede ser un festival constante.
Si sufres es por ti, si te sientes feliz es por ti, nadie más es responsable de cómo te sientes, solo tú y nada más que tú.
Tú eres el infierno y el cielo también.