Cómo injertar un rosal paso a paso.

Es una de las prácticas más comunes entre quienes cultivan estas plantas. Cómo injertar un rosal es una técnica sencilla que, si bien suele llevarse a cabo en la jardinería profesional, también puede hacerse en la jardinería doméstica. Por eso es importante conocer qué implica un injerto pero, sobre todo, cómo llevarlo a cabo si tenemos intención de experimentar con nuestras plantas.

La rosa no solo es una de las flores más cultivadas en el mundo. También es una de las favoritas, tanto para amantes de las plantas como para quienes sienten pasión por la floristería. Precisamente porque el cultivo de rosales es para muchas personas un auténtico objeto de culto, la mayor parte de los distintos tipos de rosas para plantar de los que disfrutamos en los jardines son, precisamente, injertados. Algo que, si bien puede resultarnos chocante, tiene importantes beneficios para este tipo de plantas.

Por todo ello, es interesante descubrir por qué esta técnica es clave para el cultivo de esta maravillosa flor. Y, lo que es todavía más importante, cómo injertar un rosal correctamente.

CÓMO INJERTAR UN ROSAL PASO A PASO

Empecemos por entender plenamente qué supone injertar un rosal. En líneas generales, un injerto es una técnica de propagación muy habitual en plantas leñosas, aunque también es muy común entre las plantas injertadas para huerto. Consiste, de forma muy básica, en unir dos plantas diferentes para que crezcan como una única. El objetivo de esta singular fusión es, fundamentalmente, conseguir especies vegetales más resistentes a las plagas, la sequía y otros factores meteorológicos.

En el caso del rosal, hay otros motivos añadidos para apostar por esta técnica. Y es que injertar un rosal busca, además, mejorar tanto calidad como cualidad de las flores. Conseguir flores más fragantes, más esponjosas o más duraderas son algunos de los motivos que han llevado, históricamente, a practicar esta técnica con estas plantas de exterior.

Comprendidos estos detalles, veamos cómo injertar un rosal paso a paso. Una tarea sumamente sencilla que, a pesar de ello, hay que conocer a fondo para que tenga éxito.

1. Elegir el momento adecuado, crucial en cómo injertar un rosal

Aunque se trate de una práctica habitual, hemos de saber que un injerto no dejar de ser infligir un daño en una planta. Por eso, esta tarea no puede hacerse a la ligera o en el momento que nos apetezca. De la misma manera que tenemos en cuenta cuándo podar rosales y cómo hacerlo, tendremos que mirar el calendario si queremos que nuestro esqueje arraigue en condiciones.

En líneas generales, los mejores momentos para un injerto oscilan entre la primavera y el verano. Hay que saber que una de las claves para que un injerto arraigue es que la savia de la planta debe estar en circulación. Si demoramos la tarea hasta el otoño, tendremos que extremar las precauciones con las heladas.

Al margen de la época del año, hay otro aspecto a considerar. El mejor momento para injertar es una semana después de que la flor se haya marchitado. Y esto no podemos desatenderlo: las yemas para injertar las tomaremos de los pedúnculos florales.

2. Regar unos días antes de realizar el injerto

Un detalle fundamental. Mantener la planta bien hidratada los días previos a realizar el injerto jugará a nuestro favor. De esta manera, nuestro rosal estará nutrido y en perfecto estado para asumir el proceso.

Importante: el día que vayamos a injertar un rosal, es importante suspender el riego.

3. Seleccionar y desinfectar las herramientas que vayamos a usar

Un punto de partida, tanto para podar correctamente las plantas como para hacer injertos.

No solo tendremos que garantizar que la tijera de poda y el cuchillo que usemos está libre de óxido y correctamente esterilizada. También es fundamental que revisemos que los filos cortan correctamente, ya que el objetivo es hacer un corte lo más limpio posible. O dicho de otra manera: que minimice la agresión que supone para la planta.

4. Preparar el patrón para unirlo a la yema

Bajemos a tierra este término para que sea comprensible. El patrón hace referencia a la planta que soportará el injerto. Para jugar este papel, se suele optar por la planta más resistente y que esté siempre bien enraizada.


La fórmula más habitual cuando nos preguntamos cómo injertar un rosal es el injerto en escudete. Consiste en hacer una incisión en forma de T, también invertida, en el tronco central del rosal. Solo cortaremos la corteza, sin profundizar demasiado en el tallo para evitar dañarlo. No es la única razón para ello: si profundizamos demasiado, la yema no injertará correctamente.

Con nuestra T preparada, es momento de colocar la yema. Retiraremos en bisel parte de la madera exterior, y colocamos sobre la incisión en el tallo central del patrón. Debe quedar ligeramente abrazada por la corteza del tallo. Para acabar, cubriremos la zona del injerto ejerciendo un poco de presión para favorecer la unión. Podemos utilizar para ello rafia, film transparente o, incluso, un trozo de manta de jardinería

Y ahora solo queda esperar para comprobar si la naturaleza obra su magia. Un impás que, en la mayoría de los casos, nos regalará ver cómo ese tallo adherido comienza a brotar dando lugar a un rosal único y diferente.

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