3 consejos para eliminar la tristeza en tu vida.

La tristeza no es algo de lo que podamos escudarnos. Puede aparecer en las situaciones o momentos menos pensados pero lo que es clave es saber cómo lidiar con ella. Gracias a mi trabajo, a los consejos que doy, mis frases matonas, mis conferencias y mis libros, hay personas que creen que nunca ando triste y ¿sabes? ¡Por supuesto que sí! Bastaría con preguntarle a mi esposa. La diferencia es eso, la manera en que trabajo con mis tristezas, algo que te quiero compartir el día de hoy. 

Me apasionan los temas de Desarrollo Humano, pero eso no quiere decir que estoy en los niveles más altos de la iluminación al creer que no tengo momentos tristes, de desánimo o mal humor.  No niego que he tenido un cambio radical después de tratar tantos temas relacionados con la autoayuda y sobre todo, después de compartir conferencias sobre control de emociones y asertividad delante de mis hijos, esposa y colaboradores.  Tengo que ser congruente con lo que digo y hago y es precisamente ése el reto más grande mi vida.

En lo que a la tristeza refiere, recuerdo un proverbio chino que dice : “No puedo evitar que las aves de la tristeza vuelen sobre mi cabeza, pero lo que sí puedo evitar es que aniden en mi pelo”. 
Para ilustrarlo mejor te comparto el siguiente ejemplo. Un día al llegar a casa de una pequeña gira, noté que mi hija estaba muy seria, algo inusual en ella. En la cena casi no comió y cuando le pregunté qué le ocurría me dijo “nada”, con una falsa sonrisa. Su  estado de ánimo se me transmitió, mi esposa intentaba distraerla, mi hijo también, pero nadie tenía éxito nos estaba contagiando a todos. 
Ahí recordé que cuando mi abuela observaba algo similar en mi inventaba cualquier cosa para ponerme a trabajar y decidí hacer lo mismo con mi niña cuidando las formas. Me acompañó a contestar llamadas y después me platicó qué le pasaba. Al día siguiente todo había vuelto a la normalidad. La experiencia me hizo aprender tres cosas sobre la tristeza: 
1. Existe el contagio emocional
La ciencia lo ha comprobado. Una interacción de menos de una hora es suficiente para que una persona contagie a las demás su estado de ánimo, será la más expresiva. La actitud que tenemos se puede elegir, no obstante que “actuemos” y eso determinará lo que vayamos a contagiar. Si me propongo cada día poner lo que está de mi parte para dar al mal tiempo buena cara, te aseguro que los beneficios son enormes ya que me propongo pensar en positivo y creer firmemente que todo lo que me sucede es para mi bien, aunque al principio sea verdaderamente un reto difícil de entender. Al estar positivos estamos aportando grandes dosis de energía a la relación.
2. El hablar o expresar lo que nos inquieta nos hará liberar un poco la carga
No todos lidiamos con los sentimientos de la misma manera, algunos son más cerrados o pocos expresivos y son víctimas ideales para la depresión. Pero cuando demostramos lo que sentimos, esto ayuda a que los problemas no aumenten. Dos cabezas piensan mejor que una y lo que para alguien puede representar un problema insuperable para otro puede ser un reto fácil de vencer. Además, con sólo expresar el motivo de nuestra tristeza o dolor, nos hace ver el problema desde otro ángulo y a buscar automáticamente soluciones a la situación que expresamos. 
La clave es identificar con quién compartiremos nuestro dolor, conocerle para que su discreción, capacidad de escuchar y entendimiento se convierta en nuestra terapia. Si no posee esas características solo complicará el panorama. Evita el efecto olla de presión: entre más guardes lo que te afecta más presión hará en ti. 

3. Hacer algo por los demás es la mejor terapia
¡Claro que la vida es movimiento!  Karl Menninger dijo: “Rara vez la gente generosa es gente mentalmente enferma”. Y mucho más raro es que la gente generosa sea negativa.  Dar es el más elevado nivel de vida porque mientras más damos mejor actitud tenemos ante las adversidades. Recuerda la frase que alguien compartió: “Lo que marca la diferencia no es lo que tiene, sino lo que hace con lo que tiene”.
Si a estos puntos sumamos una buena dosis de sonrisas, la vida nos será más placentera. Recuera que “al mal tiempo buena cara”, siempre después de una tormenta llegará la calma. Por último, comparto a todos los hombres una investigación reciente publicada por el Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana en Estados Unidos: “Los abrazos y los besos hacen a los hombres más felices de lo que se pensaba”. Analizando más de mil personas en edades entre los 40 y 70 años en Brasil, Estados Unidos, Alemania, Japón y España concluyeron que quienes tienen la costumbre de abrazar y besar a sus parejas son mucho más felices que quienes no lo hacen.” Así que ya sabes cuál es la tarea (a tu esposas no le molestará). 
No permitas que la tristeza anide en tu corazón, repréndela con tus mejores esfuerzos y el apoyo de tus seres queridos, esa situación será sólo un lejano y mal recuerdo. Ánimo, hasta la próxima.


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