Teniendo en cuenta que la mente es el punto de partida para cualquier cosa que desees hacer en esta vida, si las cosas no te van bien, en principio eso debería servirte de aviso, de alerta, para tomar plena conciencia de que estás haciendo un uso erróneo del poder mental creativo y de atracción del que te ha hecho partícipe Dios, la fuente de la que mana todo el bien y gran fuerza espiritual que anida en estado latente en tu interior.
En la práctica, lo anterior significa que aún no eres consciente (o que estás desconectado) de ese poder superior, tu yo profundo, tu ser interno, tu verdadera esencia. También significa que como tu mente ha invertido mucho tiempo creando un falso yo (eso llamado EGO), se ha quedado atrapada en pensamientos recurrentes negativos de todo tipo: de orgullo, culpa, ira, resentimiento, envidia, autocompasión, etc., que aparte de que automáticamente atraen más de lo mismo, encima te producen infelicidad.
Y solo tienes dos maneras de liberarte de la esclavitud de la mente. La primera, decidir tú mismo a conciencia usar tu poder de voluntad para conseguir eliminar o cambiar o detener (o conseguir dejar de tomarte tan en serio), esos pensamientos negativos incesantes que oyes continuamente en tu cabeza. O la segunda, esperar a tocar fondo creando o atrayendo (¡y experimentando!) un proceso emocionalmente doloroso para tomar conciencia de que el buen amor, la salud perfecta, la prosperidad en abundancia, la alegría de vivir, etc., surgen en gran medida de una mente totalmente libre de negatividad y en estrecho contacto con Dios. Así es.
Por tanto, si quieres asumir la responsabilidad de tu vida, logra cuanto antes un cambio mental positivo que te ayude no tan solo a que triunfe Dios —el bien supremo— en ti, sino también a dar sentido y felicidad a tu existencia. Después de todo, tú eres el único que puede hacerlo. ¿Aceptas el reto?
Te animo a que lo intentes y compruebes por ti mismo los inmediatos beneficios en tu vida.
