Al Ego le gusta vivir junto a los que tienen poder o fama y es servil con ellos por envidia… El Ego no sabe escuchar: supone lo que le van a decir y reacciona según sus suposiciones sin dejar hablar al otro… El Ego es un vampiro de energía: cuando visita a alguien es capaz de hablarle de sí mismo durante horas sin preguntarle ni siquiera si está bien de salud…
La auto-observación de nuestro Ego debe ser constante: es la básica y esencial primera lucha para acceder a planos de conciencia más elevados.