CUANDO AMAMOS VERDADERAMENTE A DIOS, LO ESTAMOS ADORANDO…
La verdadera adoración a Dios debe ser “en espíritu”, es decir, que involucre todo nuestro ser, nuestro corazón, nuestro amor hacia Él. Al mismo tiempo, la adoración debe ser “en verdad”, es decir, debidamente fundamentada. A decir de otro modo, entre más amemos a Dios con todo nuestro corazón y cuanto más sepamos acerca de Él, entre más lo conozcamos, más profunda será nuestra adoración.
