Cuando te sientas muy molesto por los defectos de otro, abre tu ojo interior y mírate dentro, muy dentro. Con toda seguridad, podrás descubrir que esos mismos son los tuyos, aunque los tienes tan reprimidos o retenidos subconscientemente, que apenas te percatas de tenerlos. Quizá pueda ser en tu vida una buena oportunidad para corregirlos y mejorarte. Como bien enseñó la escritora y filósofa estadounidense Florence Scovel Shinn, precursora del género de auto ayuda: «Con frecuencia nos curamos de nuestros propios defectos observándolos en los demás. La vida es un espejo y no vemos en el prójimo más que nuestro propio reflejo». Pero, sobre todo, será un buen camino para comprender a los demás y aceptarlos.