Las palabras generan vibraciones y las hay positivas, que eleva nuestra frecuencia y negativas que nos la baja. Esto influye directamente no solo en nuestro cuerpo y salud sino también en las personas que conocemos, las situaciones que se nos presentan y la vida que vivimos.
Las palabras nos limitan, las palabras nos liberan. Los seres humanos, por lo general, no somos lo suficientemente conscientes de cuánta energía poseen las palabras que elegimos para comunicarnos. Si damos una oportunidad a la idea de que somos pura energía en un universo de energía, aceptaremos que los términos para expresar nuestras sensaciones, emociones y vivencias constituyen una determinada frecuencia vibratoria energética, que influye activamente sobre nuestras vidas.
Las palabras tienen su propio “peso”. Expresiones tales como “prueba”, “en la lucha”, “arduo trabajo sobre uno mismo” y otras similares traen consigo una fuerza de oposición y dificultad. No sólo entrañan un tono de batalla por pelear, si no que efectivamente impulsan y contribuyen a crear ese tipo de experiencia en nuestro camino.
