Los límites que nos auto-imponemos realmente no existen, se trata de creencias que hemos ido adquiriendo desde que éramos niños. Fronteras que hemos establecido en base -fundamentalmente- a las enseñanzas de nuestros padres y profesores sin haber llegado hasta el precipicio que supuestamente marcan.
Comenzar a superar lo que nos limita es esencial para sentir la idea anterior, para que pase de la cabeza al corazón. Hay disciplinas, como el coaching o el PNL (programación neurolingüística), que tratan precisamente de hacernos ver dónde están esos límites y cómo superarlos.
Cómo y dónde se generan nuestros límites
Todos nacemos con una genética que favorece que hagamos mejor unas tareas que otras, pero eso no quiere decir que tengamos que renunciar a las actividades que se nos dan peor. Por lo tanto, la genética es el origen primario de nuestros límites.
Howard Gardner, padre de la Teoría de las Inteligencias Múltiples, asegura que venimos “equipados” con diferentes tipos de inteligencia. En concreto ocho: lógico-matemática, lingüística, naturalista, intrapersona, interpersonal, musical, espacial y cinético-corporal. De esta forma, algunos pueden destacar más matemáticas y otros en música. Gardner afirma que el a pesar de que cada uno de nosotros poseemos un tipo de inteligencia destacada, el entorno es fundamental para desarrollarla.
El ambiente en el que nos movemos, nuestra familia, nuestros amigos y nuestra educación, son factores esenciales que hacen aflorar muchos de los límites que nos autoimponemos sin pasarlos por ningún tipo de filtro reflexivo. Todos estos factores influyen también en la manera en la que descubrimos nuestros talentos y en cómo encontramos actividades que nos apasionen los potencien.
