La abundancia es un estado de conciencia, una actitud con la que afrontar cualquier situación que nos encontremos en la vida.
A menudo, valoramos nuestra abundancia en base a la cantidad de dinero que tenemos, los metros cuadrados que mide nuestro hogar o el número de amigos o de relaciones sentimentales que mantenemos o hemos tenido en nuestra vida.
Sin embargo, todos conocemos personas que, aun teniendo gran cantidad de recursos materiales o relaciones interpersonales, se sienten desdichadas y vacías, es decir, a pesar de todo lo que ya tienen en su vida se siguen sintiendo carentes.
El motivo de que haya personas que, a pesar de tenerlo todo aparentemente, se sienten carentes y otras, teniendo mucho menos se sientan abundantes, es que la abundancia es un estado mental que no depende del contexto.
El equilibrio entre lo que ofrecemos y lo que recibimos
Muchos llaman “ser abundante” a tener muchas posesiones o facilidades en la vida.
Sin embargo, como hemos visto, en realidad consiste en la profunda comprensión de que nunca nos va a faltar nada, que la vida tiene muchas formas de ofrecernos sus virtudes y que nosotros, como parte del todo, tenemos la capacidad de ofrecer, recibir y ser una pieza más de la generosa maquinaria de la naturaleza.
Como decía el reconocido psicólogo y escritor Wayne Walter Dyer, “la abundancia no es algo que adquirimos, es algo con lo que nos conectamos”.
