Nuestros pensamientos y expectativas vitales definen en gran parte las cosas que nos suceden. Por eso es bueno ganar perspectiva y elegir con amplitud de miras.
Nuestra realidad está condicionada por nuestras creencias. Dependiendo de dónde pongamos el foco y de las expectativas que tengamos sobre lo que nos va a suceder, esos serán los límites entre los que transcurrirá nuestra vida.
Lo que creemos crea nuestra realidad. Esto es un hándicap pero también una gran oportunidad, ya que si no estamos satisfechos con el rumbo de nuestra existencia, o con nuestras relaciones con las personas y las cosas, siempre estamos a tiempo de modificar nuestras creencias y reinventar lo que vivimos. Tal como reza un viejo dicho oriental, si tú cambias, todo cambia.
