Dar sin esperar nada a cambio nos ofrece la libertad plena de ser como somos, de dar cuanto queramos sin limitarnos por lo que otros hagan en consecuencia. Y especialmente, nos permite vivir la alegría de dar, sin amargarnos inmaduramente por no ser correspondidos.
Dar sin esperar nada a cambio no tiene espacio para esperar algo, ni siquiera el “gracias”. Para ser generosos de verdad, es necesario entender que no toda la gente piensa como nosotros, no todos son agradecidos o no todos van a corresponder como tú esperas que lo hagan.
Prácticamente nada en esta vida está en nuestras manos. Solo nuestro libre albedrío y la forma en que actuamos ante las circunstancias que nos plantea esta existencia.
¿Cómo podríamos controlar lo que nuestros hermanos deben hacer? Dar sin esperar nada a cambio nos ofrece la libertad plena de ser como somos, de dar cuanto queramos sin limitarnos por lo que otros hagan en consecuencia. Y especialmente, nos permite vivir la alegría de dar, sin amargarnos inmaduramente por no ser correspondidos.
Solo Dios debe saber el grado de nuestra generosidad, y solo Él sabe en qué momento podemos recibir algún don.
