Todos tenemos el derecho divino a la abundancia, a la prosperidad, a la buena salud, al amor y a tener plena satisfacción en nuestras vidas. No queremos simplemente lo estrictamente necesario para sobrevivir, queremos todo el dinero que necesitamos para satisfacer nuestros gustos personales.
Si sentimos que no somos merecedores de la riqueza, la abundancia y la prosperidad este canal permanecerá cerrado. La aceptación de la vida y sus procesos, y de cada individuo en su integridad personal, emocional y física, dará como resultado la calma y la serenidad, que nos permite relajarnos y abandonar el deseo de lucha interno. Perder el anhelo de cambiar las circunstancias, los eventos y a las personas es abandonar la resistencia, y comenzar a disfrutar verdaderamente de todo cuanto tenemos. Como consecuencia obtenemos la capacidad de abrir nuestros canales a la abundancia y la prosperidad.
En la medida en que avanzamos en aceptación de la vida, las personas y todo lo que nos rodea, según el ritmo y la facilidad con que aceptamos la realidad, se produce un cambio interno que nos libera del sufrimiento, lo cual permite que nuestra mente se adentre en la disposición de la opulencia y felicidad y todo lo necesario para que una vida abundante y prospera se manifieste físicamente.
Cuando soltamos la realidad presente y renunciamos a luchar contra ella dejamos de sufrir y nos centramos en disfrutar de lo que tenemos, y que la vida nos ha dado de forma maravillosa y abundante, nuestra mente puede dirigir sus baterías hacia la creación de una nueva realidad, se produce el fenómeno mágico de la transformación total, sin que, la realidad anterior haya cambiado, ya que esta realidad sigue existiendo, para aquellos que aun no la han comprendido y que siguen aferrados al sufrimiento por ella.
La realidad externa nunca cambia, porque obedece a la creación mental del individuo que la crea. Al cambiar nuestro interior, generamos una nueva realidad. El dinero fluye a través de nosotros de forma libre y copiosa cuando nos sentimos merecedores, cuando disfrutamos todo y somos felices con lo que tenemos. Cuando somos consientes de nuestro verdadero valor, compartimos nuestros talentos sin reserva y servimos incondicionalmente, el poder de nuestra mente y la fuente infinita creadora nos proveen mucho más cada día.
