Sólo por propia observación, he podido apreciar que las personas que hablan mal de las demás tienen algo sin resolver. Necesitan bajar de nivel al otro para sentirse menos mediocres, menos frustrados, menos solos, menos incapaces. Al no poder levantar su propio nivel, necesitan imperiosamente bajar el de los demás.
No es casualidad que las personas plenas, satisfechas emocionalmente, contentas con lo que le toca en suerte (que no necesariamente es una gran situación, sino la que a ellos les satisface) no hablan nunca de los demás, se centran más que nada en hablar de otras cosas.
Hacer que alguien se vea miserable es una necesidad del criticón de que su propia miseria no se note mucho.
