Somos dueños y responsables de lo que nos sucede por ende toda experiencia es una repercusión, una devolución de nuestros pensamientos, de nuestro estado emocional y de la actitud que decidimos tomar en cada momento.
Seguramente habréis tenido la ocasión de experimentar que dependiendo de lo receptivos que nos encontremos, atraemos a nuestra vida situaciones más beneficiosas o perjudiciales. Dependiendo del grado de apertura y de dónde estamos poniendo el foco de atención conseguiremos atraer experiencias que estén en consonancia con la energía que estamos poniendo en nuestro ambiente.
Esto sucede también a nivel interno, nos debilitamos y contraemos enfermedades más fácilmente si nuestros pensamientos nos llevan a creer que somos títeres de las circunstancias y que nada podemos hacer ante ellas.
Cuando existe una sucesión continua de experiencias desagradables, no significa que la vida se haya puesto en nuestra contra; más bien significa que de alguna forma estamos boicoteando nuestra experiencia, a través de la energía que movilizamos con nuestros pensamientos y nuestros actos.
